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grupo de personas contento y mirando de frente

25 de noviembre de 2022

¿Cómo humanizar la tecnología?

Dice el diccionario de la RAE que humanizar es “hacer humano, familiar y afable a alguien o algo”. Así que, en ese sentido, humanizar la tecnología es crear una tecnología que vaya más allá de la pura funcionalidad para crear una interacción placentera, con ergonomía, interfaces más agradables de usar, desarrollando tecnologías fiables y accesible, con sistemas y algoritmos que se ajusten a intuiciones éticas y políticas, evitando los sesgos o la manipulación. Y, por supuesto, humanizar es hacer que la tecnología sea más capaz de interpretar y reaccionar a los factores humanos, como reconocer las emociones de los usuarios.

Pero humanizar también pasa por educar y formar a los usuarios, haciéndoles partícipes de todos estos avances, ayudándoles a comprender los riesgos y beneficios de cada desarrollo, explicándoles sistemas complejos con el fin de fomentar la confianza en esos sistemas. También el utilizar la automatización inteligente para hacer que los trabajos más mecánicos, pesados y peligrosos corran a cargo de las máquinas, liberando a las personas de estos riesgos.

En definitiva, humanizar es diseñar la tecnología para lograr un futuro que sea bueno para los humanos.

Cómo lograrlo

La teoría puede ser, más o menos, fácil de describir. Pero, ¿cómo llevar a la práctica esta humanización de la tecnología?

Evidentemente, se trata de una estrategia 360: de nada nos vale tener unos algoritmos completamente éticos y humanos si la aplicación desde la que se pueden sacar partido resulta poco amigable y no es accesible para personas con algún tipo de discapacidad. Y viceversa: de nada nos vale tener una herramienta que pueda ser utilizada por cualquier persona, independientemente de sus capacidades, origen y condición si el código que la sustenta está repleto de sesgos.

En cualquier caso, he aquí algunos aspectos de la tecnología desde los que se puede (y debe) trabajar para conseguir tener una tecnología más humanizada.

Experiencia de usuario (UX)

Siguiendo los principios de la ergonomía, la experiencia del usuario (UX) es uno de los primeros aspectos que se mira en el proceso de desarrollo de un nuevo producto. Se intenta responder a cuestiones, como por ejemplo, si el producto será útil para el usuario, si será fácil de localizar, deseable y accesible. Es decir, si el producto se adapta al usuario y no al revés.

El semiólogo francés Denis Bertrand, en relación con la tecnología, asegura que nuestra mente construye un mito en torno a ella lo que nos impide comprender el producto y, por tanto, experimentarlo adecuadamente. Esto tiene dos posibles consecuencias:

  1. Que rechacemos la tecnología y, por tanto, nos neguemos a usarla (algo que les puede pasar, por ejemplo, a las personas mayores)
  2. Que nos sintamos adictos a dicho producto (algo que se daría, sobre todo, entre la población más joven). Un comportamiento irracional reconocido como "adictivo" por parte de los aficionados al producto (sobre todo en el caso de los jóvenes).

Por tanto, al humanizar la tecnología no solo debemos desmitificar su experiencia de usuario para que quieran, de verdad usarla, integrándola en su vida, pero sin ser intrusiva.

Adoptar inteligencia social/emocional

Cuando se desarrolla cualquier tecnología, el objetivo de esta es siempre dar respuesta a una necesidad propia de las personas (sea a nivel personal, laboral, profesional, de ocio, etc.). Por eso, este desarrollo debe ser empático: quienes diseñan el producto deben ponerse en el lugar de los usuarios potenciales y plantearse cuál es el viaje emocional que realizan los usuarios mientras se enfrentan al problema.

Privacidad por diseño

Aunque esto es una obligación que se ha ido imponiendo con la proliferación de normativas de respeto a los datos personales de los usuarios, la privacidad por diseño es otra forma de humanizar la tecnología, puesto que está al servicio de las personas y no al revés.

Este diseño en el que el punto de partida es el respeto por la información privada de los usuarios también permite que el desarrollo de algoritmos sea más transparente y tenga menos sesgos, lo que refuerza doblemente el énfasis de humanizar la tecnología.

Pruebas antes de salir a producción

Relacionado con todo lo anterior, una buena forma de humanizar la tecnología es haciendo pruebas de uso con personas reales antes de que el producto salga definitivamente a producción.

Aunque hayamos tenido todos los parámetros anteriores en cuenta, no hay que olvidar que cuando los seres humanos interactúan, suelen compartir un sentido muy agudo de lo que es emocional, social y físicamente apropiado. Sin embargo, la mayoría de las experiencias con productos hoy en día apenas tienen esa inteligencia emocional ni habilidades sociales. La interacción humana puede ser un sólido modelo para mejorar la forma en que la tecnología responde a las personas.

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